Existen factores espirituales en el MERO MACHO, más conocidos como emergencia espiritual (Descamps, 2003); grito de socorro movilizado por una entidad interna superior (López, 2016); y/o una noche oscura del alma (Bäumer & Platting, 2011) que reclaman comprensión a través de síntomas y eventos psicosomáticos con el fin de ser liberados.
Ellos movilizan e integran los aspectos más caóticos del hombre, para luego ascender a los valores últimos del mismo (p. ej. amor, compasión, perdón, creatividad, humildad, libertad) y en este caso salud mental (Hertelius, 2022).
De acuerdo con Bea et al. (2007), Cortright, (1997), Dean, (1999), Wilber, (1999), al hablar de la dimensión espiritual, es imprescindible trasladarse a un sujeto con conciencia, cuyo material inconsciente se encuentra mediado por
Lo anterior implica que en el MERO MACHO mimetizado y silenciado también existe la posibilidad de ir más allá de la materia; ir más allá de los procesos intrapsíquicos para expandir los límites entre las concepciones del yo (ego) y la conciencia (espíritu). (Duque et al. 2016; Martos, 2017, 2019; Wilber, 1998, 1999).
Es decir, la dimensión espiritual, como potencial positivo, supone un viaje heroico a las profundidades del epicentro traumático, un periodo de desaceleración e interiorización, que de ser atendido abre la grandiosa oportunidad de transitar e integrar el estrecho límite del ego, del yo soy, de la máscara y de la sombra masculina (Das, 2020, Singh, 2018, López, 2016)
